domingo, 19 de marzo de 2017

Conciencia, Energía y Manipulación Mediática

Margarita Llada. El Poder Creador de la Conciencia, Argentina, editorial Dunken, 2013. Páginas 51 a 53.
En esta nota comparto un extracto del libro, El Poder Creador de la Conciencia,
Mafalda del Quino
donde me refiero a cómo y por qué la desbocada Conciencia Egocéntrica que subyace en el Sistema Dominante, utilizando los medios y la opinión pública, crea fuerzas poderosas que manipulan la mente y las emociones con el inconfesable propósito de concentrar la energía humana y planetaria. 

Conciencia, Energía y Manipulación Mediática

“Los métodos para organizar la energía han tenido una expansión fenomenal durante el siglo XX. De la mano del crecimiento de las comunicaciones, las posibilidades concretas de influir en la mente y las emociones de individuos y grupos adquirieron un protagonismo inaudito en la vida humana.

Es impensable abstraerse del influjo de la publicidad, de las movilizadoras noticias, de la influencia de formadores de opinión, de los imaginarios que moldean lo cultural.

A modo de ejemplo. Observemos como las fuerzas organizadoras de las realidades actuales generan deseos, expectativas y consenso en la opinión pública con el propósito de “obtener el máximo beneficio para sus productores”. Por todas partes publicidades, discursos económicos y políticos anuncian subliminalmente: “todos pueden –potencialmente– acceder a estándares de vida elevados” o “los beneficios del progreso están al alcance de todos por igual”.

Me pregunto, ¿se desconoce que para la mayoría de la población mundial (más del 50%) resulta, literalmente, una quimera acceder a dichas propuestas? ¿Y qué con los modos de extracción, producción, distribución, consumo y desechos reinantes sería ciertamente insostenible? Como sabiamente lo expresó Mahamad Ghandi en 1948: “Si la India aspirara a que todos sus habitantes posean el nivel de vida del Reino Unido, necesitaríamos dos planetas”.

Numerosas organizaciones sociales indican que más de la mitad de la población mundial transcurre su existencia en condiciones de pobreza absoluta o relativa: sin trabajo remunerado, sin viviendas dignas, en condiciones de insalubridad, en estado de desnutrición, con dificultades de acceso a la educación. El sentido común indica que el número crecerá aceleradamente como consecuencias de la escalada de “ajustes y recortes” en todo el planeta.
Sin embargo, cotidianamente, se incrementa la publicidad (referida a cualquier producto o servicio) exhibiendo suntuosas casas y piscinas, personas con “figura perfecta”, coches espectaculares, placeres inasibles. Las representaciones simbólicas de posibilidades irreales nos avasallan.

En la privacidad de nuestro hogar o en la calle o donde transitemos, somos prisioneros de propuestas intempestivas, confusas y engañosas que aspiran a convencernos de lo imprescindible, o beneficioso, que es ceder a los estímulos del consumo. Otros utilizan ingeniosas sutilezas en procura de consenso o adherencia a tal o cual opinión.

¿Qué rol tenemos en la organización de estos intercambios energéticos? ¿Cómo participamos en la creación de las fuerzas organizadoras de la realidad? Cada uno de nosotros desempeña algún rol en la organización de lo percibido (rol en un grupo, cultura o sociedad) que garantiza cierta dinámica de los intercambios energéticos dentro de algún el estadío de conciencia. Todos, de alguna manera, participamos en la creación de la realidad: respondiendo instintivamente, deseando, significando, simbolizando o siendo generadores.

Una parte de la población educada, los intermedios, entre el 35 al 45% de los habitantes del planeta estamos inmersos en los sistemas educativos, por lo tanto, recibimos formación –implícita o explícita– en técnicas para el “manejo de lo simbólico”. Somos nosotros, “los educados”, quienes tenemos posibilidades (por las habilidades adquiridas) de desempeñar roles de comprensión o de significación o, eventualmente, de generación de las realidades percibidas.

Más allá de “aisladas” excepciones, en la estructura profunda de los sistemas educativos vigentes subyace el estadío de conciencia Egocéntrica. Ellos promueven el desarrollo de “destrezas” para crear y simbolizar realidades que dinamicen la energía hacia: la concentración individual, en oposición a la distribución colectiva; la acumulación en el corto plazo, a expensas del equilibrio en largo plazo; lo perentorio, sobre lo perenne; la manipulación, en detrimento del correcto fluir.

Detrás, y distante de la visión pública, existe un escaso grupo: menos del 3 % de la población mundial: un selecto linaje y hombres de poder que ocupan roles de generadores de la realidad percibida por la conciencia colectiva.

Según su intencionalidad, dinamizan los intercambios de energía –entre los seres humanos y en el planeta– mediante: imaginarios, símbolos, mitos e ideologías; el control de los Estados y Organismos Internacionales; las teorías que subyacen en los sistemas políticos, jurídicos, educativos, económicos, monetarios y financieros.

La fuerza, dirección y propósito, del actual minúsculo grupo dominante, transita el estadío de conciencia Egocéntrica, por ende, tienen la intencionalidad de concentrar la energía en torno a sí mismos. Los artificios para lograrlo son múltiples: el entramado avasallante de mensajes simbólicos; irresolubles conflictos; difusión capciosa de “secretos esotéricos”49; propagación del miedo; etcétera.

Afortunadamente, resulta alentador el impacto que, en múltiples ámbitos, provoca el progreso en conciencia de muchos seres humanos. Desde lo educativo, empresario, social, religioso, jurídico y político, nuevos estadíos de conciencia pujan provocando inestabilidades y transformaciones en los resistentes sistemas vigentes. Al presente, muchos están desempeñando roles (de comprender, simbolizar y generar) en la organización de las realidades percibidas –dentro– de estadíos de conciencia más evolucionados que la Egocéntrica.

¿Cómo, cuándo y por qué emergen determinadas las fuerzas poderosas? ¿Por qué toman una dirección específica? ¿Cuál es su propósito o finalidad? ¿Cómo se organiza la vida colectiva e individual entorno a ellas?

Quizás, iluminando detrás del telón de lo aparente, encontremos cómo lo subjetivo se representa en lo objetivo. Tal vez, descubramos que podemos ser productores, directores y actores lúcidos de la obra prima: la evolución de la especie humana.”